lunes, 27 de julio de 2009

Instrucciones para dar un golpe de Estado

Antes de empezar, pido licencia para escribir este post como si tuviera la perspicacia de Lanata, el prestigio de Luis Alberto Romero y la integridad moral de Galeano. Ahora sí:

En política, hay varias situaciones comúnmente repudiables y para las cuales siempre se tienen argumentos fáciles en contra. Pero en cuanto a justificaciones, digamos, morales (cual Víctor Hugo), es difícil encontrar un fenómeno tan indefendible como un golpe de Estado.

Es cagón porque no se quiere medir por el voto popular, involucra siempre la "ley del más fuerte", consiste en privar de derechos (como el de gobernar) que nadie te autorizó a privar. Pero además de eso, es imposible que no caiga en alguna de las dos opciones: contradictoriedad, o autoritarismo y soberbia descarada. La primera en el caso que el que derroca grite (porque los golpes de estado fueron siempre militares y los militares tienen la puta costumbre de vivir gritando) defender el orden social y la constitucionalidad, sabiendo que el mero hecho de sacar del gobierno por la fuerza es anticonstitucional. Y la segunda en el caso que se proclame que no hace falta ese derecho, que "la opinión pública así lo quería" (aunque lamentablemente muchas veces buena parte de la sociedad realmente así lo quería), autopostulándote así como, qué sé yo, el hijo de Dios venido a la tierra, que no necesita que la sociedad le transfiera el derecho a gobernar mediante las urnas, sino que nació teniéndolo.

Bueno, ni hablar de "ese pequeño picante" que trae aparejado siempre un golpe de Estado, none of which (quiere decir "ninguno de los cuales", pero en ingles esa expresion es majestuosa) se produjo alguna vez sin derramamiento de sangre, aunque sea potencial, es decir amenazando a hacerlo.

Pero para qué seguir escribiendo yo cuando se lo tiene a Felipe Pigna, que nos explica el modus operandi (faaaa) de los golpes de Estado. Es un pasaje de "Mitos de la historia argentina 3" que lleva el mismo nombre que este post. Pigna copión. Dice así:

Instrucciones para dar un golpe de Estado

El golpe que el 6 de septiembre de 1930 derrocaría al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen venía siendo anunciado mucho antes de que Leopoldo Lugones exaltara "la hora de la espada". En ese discurso el prestigioso poeta llamaría al Ejército - "esa última aristocracia"- a tomar las riendas, y la conspiración sentaría precedentes que lamentablemente iban a hacer escuela en la Argentina. Los golpistas del futuro aprendieron en el 30 que la cosa debía empezar con el desprestigio del gobierno y el sistema a través de una activa campaña de prensa; asimismo, lograr la adhesión y el auxilio económico de los grandes capitales nacionales y extranjeros a cambio de entregarles el manejo de la economía; rebajar los sueldos y pedir sacrificios a los asalariados que luego se traducirían en una hipotética prosperidad; las arengas debían ser fascistas pero el Ministerio de Economía sería entregado a un empresario o gerente liberal al que no le molestaran mucho los discursos y las actitudes autoritarias, a un liberal al que lo tuvieran sin cuidado el respeto a los derechos humanos y todos aquellos derechos impulsados justamente por el liberalismo. Para que quede claro, un "liberal" argentino, en los términos de la genial definición de Alberdi:
"Los liberales argentinos son amantes platónicos de una deidad que no han visto ni conocen. Ser libre, para ellos, no consiste en gobernarse a sí mismos sino en gobernar a los otros. La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad. El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo. El liberalismo como hábito de respetar el disentimiento de los otros es algo que no cabe en la cabeza de un liberal agentino. El disidente es enemigo; la disidencia de opinión es guerra, hostilidad, que autoriza la represión y la muerte".

También había que prometerle al pueblo orden y seguridad, y al asumir era importante meter miedo. Prohibir la actividad política y sindical; intervenir las provincias y las univiersidades; decretar la pena de muerte; detener, torturar y asesinar a los opositores y al mismo tiempo hacer una declaración de profunda fe católica y de pertenencia al mundo occidental y cristiano; dejar en suspenso la duración del gobierno militar (incluso, si se quiere, se lo puede llamar provisional) y, finalmente, en pago de tantos sacrificios, en nombre de la patria y la honestidad, hacer los más sucios y descarados negociados.


Es un buen resumen del accionar de los militares a la hora de deponer gobiernos y sirve para comparar un poco con el discurso de algunos políticos hoy en día, que a la vez que se quejan de actitudes golpistas (que igualmente las hay) siguen a rajatabla métodos como meter miedo y, buen, los "viejos y queridos" negociados de los que escribe Pigna. (ejem, Kirchner, ejem)

Ni hablar de gobiernos de hace varias décadas que, a pesar de ser democráticos, implementaban varios mecanismos como las intervenciones, la detención del desertor, torturas, etcétera. (ejem, Perón, ejem)

En fin, este fue otro posteo ladri y espero que les haya gustado, chau.

miércoles, 22 de julio de 2009

El índice Big Mac

Un retorno al post económico. Vamos a ver qué sale.

El tipo de cambio es un instrumento económico que tienen los gobiernos. Marca qué poder de compra tiene una moneda con respecto a otra. En otras palabras: cuántos pesos (en el caso argentino) hacen falta para igualar a un dólar, por ejemplo. O a un euro. En este mismo momento, hacen falta $3,84 para tener un dólar y algo así como $5 para tener un euro.

Puede ser fijo o flexible. El gobierno de cada país decide. O al menos así debería ser, si no existieran presiones de organismos internacionales. En los ´90 por ejemplo teníamos un tipo de cambio fijo: un peso equivalía a un dólar. Hoy en día es un tipo de cambio flexible: todos los días escuchamos en los noticieros a un gil mostrando la pantallita de a cuánto está el dólar para la compra y para la venta (obvio que siempre es más caro para la venta, así es negocio para las casas de compra-venta de monedas).
Algo curioso es lo poco que se entiende de todo lo que se habla: por ejemplo, pocos deben saber (como yo tampoco sabía hasta hace poco) de qué carajo depende a cuánto esté el dólar. Buen, depende de la cantidad de dólares que haya en el mercado de divisas, es decir se da el libre juego de oferta-demanda de divisas y de eso depende el valor del dólar. Como marca la ley de demanda, cuantos menos dólares hay más caro se cotizan. Hasta que es modificado por, por ejemplo, el Banco Central comprando dólares (es decir sacando dólares de circulación para que haya menos y se coticen más alto), como está pasando hoy en día.

OK, me fui un poco. Que el tipo de cambio sea flexible tiene sus ventajas y desventajas y que sea fijo también tiene las suyas de cada uno. Hoy en día es flexible en prácticamente todo el mundo, lo que quiere decir que cada país dice con cuánto de su moneda se compra tal moneda extranjera. En Argentina de lo que más se habla es del peso-dólar, en la que perdemos por casi 4 a 1. Pero por ejemplo el euro está más caro que el dólar, lo que quiere decir que se necesita más de un dólar para comprar un euro.
En fin, quedamos entonces en que cada país tiene su tipo de cambio y tomando una moneda extranjera de referencia, supongamos el dólar, se dice que TAL moneda de TAL país está sobre-valorada o sub-valorada. O en la valoración perfecta. Hay miles de indicadores que nos dan esta respuesta y uno de ellos, bastante curioso, se llama el índice Big Mac.

El índice Big Mac, lejos de ser chiste, fue propuesto posta por la revista económica más prestigiosa del mundo, "The Economist", de Inglaterra. Este indicador se basa en la PPP: la paridad del poder de compra (Purchase Power Parity, por sus siglas en inglés). Esta teoría del PPP dice que un bien que vale X cantidad de, supongamos, dólares, en un país, tiene que poder ser comprado con esa misma cantidad de dólares en cualquier país del mundo. Es decir que el tipo de cambio se tiene que adaptar a eso. Al que le sirva más entenderlo así: el precio del big mac en dólares es la constante, el precio del big mac en moneda local es la variable independiente, y el tipo de cambio la variable dependiente.

En este caso ese bien que se toma como referencia es el Big Mac (sí, el de McDonald´s), porque existe prácticamente en todo el mundo. Así que supongamos que un Big Mac sale 2 dólares. Si acá saliera 8, el tipo de cambio debería ser, según el índice Big Mac, 4 pesos por dólar. Así se arma una tablita con los datos de cuánto sale un Big Mac en moneda local, cuánto en moneda extranjera, se calcula el supuesto tipo de cambio y se anota el tipo de cambio que tiene ese país en realidad. Y por último, comparando los tipos de cambios, supuesto y real, se dice si la moneda de ese país está sub o sobre-valorada, y en cuánto porciento. La tabla posta y actualizada hace unos días la pueden ver acá. El significado de lo que quiere decir cada columna lo acabo de escribir.

En fin, cada gobierno tendrá sus razones para tener el tipo de cambio que tienen: nosotros por ejemplo, como dice la tablita, mantenemos el peso sub-valuado (o el dólar sobre-valuado, que es lo mismo) para favorecer las exportaciones. Otro día se podrá discutir qué modelo de país queremos, si nos conviene posta o no exportar tanto, qué tiene de bueno, qué tiene de malo, a quiénes favorece y hasta cuándo es posible. Me pinta aclarar que para mí no, no es conveniente el modelo, pero buen... quedará para otro día.

Cualquier acotación, duda, crítica, lo que mierda sea, al msn. Gracias.

miércoles, 15 de julio de 2009

"Uh... me fui al re carajo"

Algunos creen en el Big Bang, otros en el Big Ben. También está el Popol Vuh, la Biblia y demases (?) teorías acerca de la creación del universo y sus elementos. Ahora: si vos querés saber la posta, esa historia behind the scenes de cómo Dios pergenió este maravilloso mundo, quedate leyendo que te vas a sorprender. (Nota: sí, el mundo es maravilloso; que el humano sea una cagada no tiene nada que ver... el tema es que teóricamente fuimos hechos a su imagen y semejanza... supongo que le falló algún hechizo en el camino o algo así porque no creo que Él fuera así de hijo de puta.. pero bue, esto queda para otro día)

El primer día quiso llevar a la María a un recital para conquistarla, así que tiró dos pinceladas al aire. Una decía "Pink" y la otra "Floyd". Además de las guitarras, bajo, batería y demás le dio a esta banda un enorme poder para hacer shows en vivo. "A verrr, algo que le vuele la tapa de los sesos a la María! Algo potente, luces, efectos. ¡Un muro! Ahí está, un muro que al final del espectáculo explote y salgan volando todos los pedazos. Eso no puede fallar, ésta es la mía."

El segundo día salió con el fútbol. La posta es que necesitaba una excusa para quebrarle la gamba a Judas, que hacía ya unos días se venía haciendo el langa con María. El barba se lo había advertido unas tres veces ya (antes de que cantara el gallo) pero el apóstol no quiso entender. En un corner a favor Dios se quedó como último hombre en la mitad de la cancha y Judas salió manejando la contra a los piques. Se le acercó, se le acercó, se le acercó... el barba lo midió... y CRACKKKKKK, con los tapones de punta a la pantorrilla... fractura expuesta de tibia y peroné, y además le causó inmuno-depresión, hepatitis B y desprendimiento de retina. Judas jamás le volvió a dirigir la palabra a María.

El tercer día ideó el Winning Eleven. Se cree que desafió a su hijo el niño Jesús a programar un jueguito de "fulbo" (sic) en Pascal y el arcángel Gabriel sentenciaría cuál estaba más copado. El que perdía tenía que ir a la Tierra y ayudar a los romanos con las mudanzas, habían una cruz que le andaba hinchando los huevos. A Jesús le salió el FIFA y el allmighty Dios sacó a la luz el fantabuloso Winning Eleven. No hace falta contar el desenlace de la historia.

El cuarto día quería descansar un poco tirado en el sillón, así que para entretenerse, nos regaló Family Guy. No entendía por qué el salame de Matusalén, amigo de toda la vida (cuack) y creador de algunas cosas también, había hecho amarillos a los Simpsons. Así que Él los hizo blancos y creó un personaje en homenaje a su hijito, el niño Jesús. Como a María le copaba tanto el nombre Jesús le pusieron así a su hijo, pero a él le habría encantado ponerle Stewie. Así que así llamó a su personaje, copiando su carácter y sus acciones de su hijo.

El quinto día creó el fernet. De tan contento que se puso le fue a tocar el timbre a San Pedro y le convidó un poquito. Éste le escupió el brevaje en la cara (o sea barba, porque toda su cara era barba) y agregó al instante: -hijo de puta esto es peor que las grapas que hace tu mujer! cuanto alcohol le metiste? me arde la garganta cual aposentos de túyasabesquién. -Jaja, uh, sorry boludo, colgué, acá está la coca. -Aaaaaah, esto es otra cosa... brancá que traigo posavasos, la mesa es nueva viste... (así recibió SU NOMBRE por excelencia el fernet; se cree que la tilde se perdió entre traducciones).

Para el sexto día María había perdido un poco su atractivo. Así que al barba no se le ocurrió mejor idea que conseguirse un love affair para cuando la doña estuviera cuidando al baby. Todo lo que la palabra "belleza" pudiera implicar. Tuvo en cuenta todos los detalles, no dejó un centímetro de su cuerpo sin pulir. Hermosas curvas, pelo, cara, piernas. Lo tenía todo. Era lo máximo a lo que, no un humano sino un Dios!!! podía aspirar. "Vos te vas a llamar... Scarlett. Sí, Scarlett Johansson".

Y llegó así el séptimo día. Era la hora de la merienda. María estaba por ahí tomando mate y cuchicheando con las demás hembras de Jerusalén, sacándole el cuero a la Magdalena, la mujer del pueblo. Jesús andaba revoloteando por ahí con su jugo Ades que el papá le había creado a su pedido. Pero Dios necesitaba algo distinto. Algo copado. Algo rico. Con más poder curativo que las semillas de ermitaño y más adictivo que la heroína. Chasqueó los dedos y se le apareció delante suyo un pote de zucaritas con leche. Le pegó una cucharada y, no pudiendo creerle a sus papilas gustativas, creyó con razón que la humanidad no merecía semejante regalo divino. "Uh... me fui al re carajo", pensó.

viernes, 3 de julio de 2009

El FMI - Parte 2

El post sobre la deuda tuvo éxito, así que vamos a ver qué sale de la segunda parte. De cualquier manera, antes de empezarlo quiero aclarar que en realidad el post se basa más en la deuda que en el FMI en sí, pero una persona "X" me pidió que escribiera sobre el FMI, así que ese nombre le puse al post. Y otra cosa: no es un tema fácil de contar, por eso está bastante desordenado, va y viene (en ambas partes), pero voy a hacer mi mejor esfuerzo para que sea lo menos enkilombado posible. Al post...

¿Cómo nació la deuda? Como dijimos en la Parte 1, el problema en serio de la deuda como dependencia con la banca internacional empezó durante la dictadura con Martínez de Hoz (el orejudo) como ministro de economía.
En el ´73 se da el "crack del petróleo": a los muchachos de asia menor les pinta subir el precio del barril de petróleo a sumas exorbitantes, así que acumulan una cantidad de dólares impensada. Era mucha mucha plata, y como no sabían qué hacer con ella, la vuelven a depositar en los bancos europeos y de Estados Unidos, principales demandantes de su petróleo. Ahora: ¿qué iban a hacer estos países desarrollados con este exceso de liquidez en su sistema financiero local? Para el que se imagine por ahí que tener mucha plata en los bancos es bueno, aclaro que no, no es bueno y si esa plata no se saca rápido de circulación puede provocar una crisis de alto vuelo. Entonces: ¿cómo resuelven este problema? Una idea brillante: prestan esa plata a los países subdesarrollados y así, además de deshacerse del exceso de liquidez ahora son acreedores de naciones del tercer mundo. El mismo Martínez de Hoz declaró que Argentina, como el resto de los países de América Latina, no necesitaba la plata que pidió, sino que lo hizo para solucionar los problemas de la banca mundial y así "insertarse en el sistema financiero internacional". Ese es el origen de la deuda.

Bien... La sola palabra "deuda" no significa (mal que le pese a la sabiduría convencional) por sí sola algo bueno o algo malo. En un país con un plan (no precisamente como el de De Narváez) económico a largo plazo donde estén fijados ciertos objetivos favorables para el país, se los pueden cumplir mediante la contracción de deuda, siempre y cuando además se programe cómo se va a repagar esa deuda y demás. El tema es que nada de eso existe en Argentina, por eso acá le tenemos pánico (y con razón) a la palabra "deuda". Estados Unidos es de los países con más deuda externa en el mundo (si no es el más, no me acuerdo); ¿y ustedes ven que le vaya tan mal? Brasil mismo usó la deuda para industrializarse. Pero Argentina no, acá le huimos al desarrollo.

Entonces ¿de qué se lo acusa al FMI? El FMI, como cualquier otro banco, quiere asegurarse el pago de su deudor; el tema es que para eso se mete en políticas internas del país exigiéndole como condición de crédito cláusulas ridículas y que no tiene derecho a exigir. Calcagno lo explica clarito: es como si fueras al banco a pedir un crédito y el que te lo toma, además de preguntarte cuánto ganás, cuánto gastás o de qué laburás, te pidiera además que te hagas hincha de tal club de fútbol, o que mandes a tus hijos a tal escuela, etcétera. Así de absurdo.


Hasta 1981 la deuda consistía en, lisa y llanamente, que el estado pidiera plata prestada a organismos de crédito internacional. Pero en 1982 empieza (y digo empieza porque en los 90 iba a seguir) la estatización. Qué linnndo suena esa palabra, ¿Aerolíneas Argentinas? ¿las AFJP? No, no, acá no, acá se estatizó la deuda: el estado se hizo cargo de pérdidas millonarias de las empresas privadas. Esto se hizo por dos razones: nuestros acreedores presionaban para que así se hiciera, porque además de nosotros deberle plata a ellos, estos empresarios mundiales tenían empresas privadas en nuestro país que contraían deudas enormes; y, ya que estaban, le pedían gentilmente al estado que les diera una mano con eso. Y la segunda razón es que de hecho varios integrantes de la clase dirigente local eran dueños de esas empresas y, en vez de pagar ellos mismos su deuda, hacían que la pagaran generaciones y generaciones de argentinos.

Los ministros de economía que pasaron por la dictadura durante esta estatización de la deuda fueron: Lorenzo Sigaut, Roberto Alemann, José María Dagnino Pastore y Jorge Wehbe. Y los presidentes del Banco Central fueron: Egidio Ianella, Domingo Cavallo y Julio González Del Solar. Es bueno haber leído el nombre por lo menos.

Ahora: ¿Cómo se hizo esta estatización de la deuda? Mediante dos métodos: el "seguro de cambio" y las "operaciones de pase". El segundo es simplemente compra-venta de títulos entre el Banco Central y los privados. Pero el primer método, también llamado "pesificación asimétrica", era una cosa increíble: si una empresa había contraído deuda cuando el dólar estaba a 1 peso y a la hora de pagar esa deuda el dólar estaba 10 pesos, la empresa solamente pagaba un peso por dólar porque era al precio que había contraído la deuda. Los otros 9 pesos por dólar los pagaba el estado. Así se perdieron entre 10 y 15 mil millones de dólares en ese momento.

Pero algo PEOR que esto todavía es que el estado no sólo se hacía cargo de las deudas comunes de las empresas, sino que asumía deudas inexistentes. Eran préstamos simulados, o "autopréstamos", deudas que no existían: las empresas depositaban plata en el exterior y luego traían esa plata al país a su nombre. Eso último las empresas lo declaraban como deuda; pero es evidente que era la misma plata, nadie les prestaba nada. Y de la plata proveniente de esas operaciones también se hacía cargo el estado. Este proceso se perfeccionó con José Luis Machinea al frente del Banco Central allá por el 85.

¿Cuánto se debe, a quién se debe y por qué se debe? Es la pregunta del millón (o de varios) y la respuesta se cae de madura: no se tiene la más puta idea. Declarado por el mismo ministerio de Economía: no existieron registros contables de la deuda durante la dictadura, así que el Banco Central, violando sus propias leyes, le transfirió al Ministerio de Economía todo lo relativo a la deuda externa. Y éste, violando ninguna otra ley que la del sentido común, le confió esos 3 aspectos (cuánto, a quién y por qué) a bancos internacionales liderados por el Citibank. A ver si soy claro: les preguntamos a nuestros propios acreedores cuánto le debíamos y encima cómo preferían que lo pagáramos. Es como entrar a una comisaría por voluntad propia con un paquetito de cocaína bajo el brazo.

Todo esto descripto hasta acá lo denunció en el ´82 Alejandro Olmos, un tucumano nacido en el 24 y que murió hace poco, en el 2000, un mes antes de que el juez Ballesteros le diera la razón en los 477 ilícitos que denunciaba que se habían cometido con la contracción de deuda y las gestiones de funcionarios públicos. Este fallo fue histórico y significó apoyo legal para la investigación de la verdad sobre la deuda. Sin embargo, los que se tienen que encargar de esto, los muchachotes del Congreso, se rehusaron casi 40 veces a tratar el tema, aún después de haber recibido copias de la causa entera, unas 6500 páginas aprox.

Esa fue la primer parte de la denuncia de Olmos, con pilas y pilas de papeles de pruebas y evidencia. La segunda parte trata sobre cómo se quiso renegociar esa deuda: mediante el megacanje de bonos y el plan Brady. (Nicholas Brady era un secretario de tesoro estadounidense)

¿Qué era el Plan Brady? Era un cronograma de pagos para resolver las deudas incobrables que teníamos con los bancos. Consistía en transformar toda nuestra deuda en bonos con baja tasa de interés y vencimiento hasta el 2020 y pico. Y además el banco se deslindaba del riesgo de que no fuéramos a pagar, porque ya la deuda no la teníamos con ellos, sino con clientes de ellos. Es decir, el bono ya no lo tenían los bancos, sino que se lo vendían a sus clientes, de manera que si Argentina no pagaba, ellos ni se mosqueaban porque ya se habían deshecho de la papa caliente.

Apenas asume Menem (me toco el huevo izquierdo), teníamos una deuda más o menos de 90 mil millones de dólares. Pero como los bonos eran "bonos basura" sin garantías, pagarés vencidos sin reclamo y cheques sin fondos que nadie había protestado, con 10 mil millones de dólares se podía comprar TODA la deuda. Es decir, cualquiera, ya fuera a nombre del estado argentino, o cualquier particular por beneficio propio, podía repatriar toda la deuda externa argentina por 10 mil millones de dólares. Eso es muchísimo menos de la mitad de lo que exportamos en un año hoy en día, para que se den una idea de lo barato que era esa operación. Así nos salvábamos de la deuda. Peeero, no, mediante este Plan Brady se lanzaban nuevos bonos de un peso reemplazando los viejos que valían 11 centavos y con nuevas garantías, que eran precisamente la plata que se sacara de las privatizaciones. A ver si me explico: nadie nos obligó a entrar en este plan de renegociación, se podría haber aprovechado esa oportunidad de recomprar nuestra propia deuda, pero el turco y sus secuaces creyeron que era mejor formar parte y de hecho lo presentaron como "la solución a la deuda externa argentina", dicho por Cavallo. Todo un profeta.

Y bueno... así termina este post. Lo último para decir es destacar lo histórico de la causa Olmos, lo groso que fue este tipo al hacer la denuncia que hizo y al fallar a su favor el juez Ballesteros. Y que a pesar que los 90 nos hayan dejado con el desempleo y la inseguridad como máximas preocupaciones del ciudadano hoy en día; darnos cuenta que el tema de la deuda es vital también porque es lo que uno más paga con los impuestos. Esto nos dice que más allá de la omisión de tratar seriamente el tema de la deuda por parte del gobierno que esté, ya sea el de Menem, el de Kirchner o el de quien sea, toda la dependencia que se creó a partir de este asunto fue un condicionante enorme de todos los gobiernos democráticos que sucedieron a la dictadura que empezó este kilombo.

Ahora sí, gracias por leer y hasta la próxima.